En el 2016, las estudiantas, impulsadas por el movimiento Me Too, se movilizaron en contra del acoso y el abuso en las aulas, formaron secretarías de género, que años más tarde se traducirían en el Mayo Feminista de 2018. Al mismo tiempo se masificó la demanda por el aborto libre, legal y seguro, cruzando la frontera y tendiendo lazos con las feministas argentinas. Las mujeres se levantaron contra la violencia de género, los femicidios, gritaron “Ni una menos”, y el 8M de 2019 protagonizaron la marcha más multitudinaria –hasta entonces– para visualizar el trabajo doméstico y la violencia del patriarcado. Una serie de movimientos que dieron vida a un nuevo tejido social, la antesala del estallido en octubre y que este domingo busca protestar contra el “terrorismo de Estado”.

El movimiento feminista ha copado las calles de nuestro país los últimos años. Desde el movimiento por el aborto libre, el Me Too en 2015, las estudiantas movilizadas contra el abuso y acoso en 2016, las históricas manifestaciones y tomas estudiantiles en el Mayo Feminista de 2018 y la gran marcha en la convocatoria a Huelga del 8M de 2019, que reivindicó el reconocimiento al trabajo doméstico, el fin de la violencia contra la mujer y la autodeterminación del cuerpo, han desdibujado la historia que arrastra nuestro país en los últimos años, trazando nuevas demandas, líneas y propuestas contra el sistema político.

Un estallido feminista que desbordó las calles y se convirtió en movimiento y articulación, dando origen a distintas organizaciones de mujeres, a nivel vecinal, estudiantil, sectoriales y de profesionales. Un tejido social nuevo que se movilizó, como una antesala al estallido del 18 de octubre, y se hizo parte de la Revuelta con el canto contra la violencia de Las Tesis, performance que dio la vuelta al mundo con la frase “El violador eres tú”, apuntando directamente contra la violencia ejercida por hombres y por el Estado.

Este domingo 8 de marzo, el movimiento feminista vivirá una jornada clave. Más que una prueba –recalcan sus activistas–, lo ven como un momento histórico de un proceso de años, que para este domingo conmemora a la mujer trabajadora, pero también a las violentadas y víctimas de femicidio, que reivindica el valor del trabajo doméstico, que protesta contra la desigualdad y violencia estructural, y que este 2020 llama a manifestarse  “Contra el terrorismo de Estado”.

“Las demandas son propias de la vida cotidiana, se habla de trabajo productivo y reproductivo, la autonomía de los cuerpos, se empiezan a evidenciar los derechos políticos y culturales, justamente porque son las mujeres las más precarizadas, que necesitan del derecho a la vivienda, a la salud, al territorio, de ver a nuestros cuerpos como un territorio”, explica la escritora feminista Sofía Brito.

Una prueba de fuego, que ven con “temor”, reconocen en el gobierno del Presidente Sebastián Piñera. Cabe recordar que el Mandatario, junto con la ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, han sido flancos de críticas y hasta se les ha pedido la renuncia desde el movimiento feminista. A pesar de las advertencias, el Mandatario empezó la semana cometiendo un grave error, al otorgarle parte de la responsabilidad para denunciar a las mujeres víctimas de violencia, en plena promulgación de la Ley Grabriela, que amplía la definición de femicidio, una acción que según personeros de la derecha “encendió la mecha previo al 8M”.

Para Antonia Orellana, parte de la Coordinadora feminista del Frente Amplio, lo que no entienden en estos sectores es que “el 8M ya era contra el Presidente”. Orellana destaca que Las Tesis interpelaron directamente al Estado y a Sebastián Piñera y que las demandas del programa del “II Encuentro Plurinacional de las que Luchan -que sentó las bases para este 8M, son un programa antineoliberal”.

“Las feministas siempre han sido opositoras a Piñera, desde su primer Gobierno, pero la particularidad de este 8M es que se inserta en un proceso creciente de masividad del feminismo y hay que ver cómo eso se consolida en la convocatoria, o en que se estabilicen las coordinadoras feministas, que en la última década suelen implotar en un par de años”, agrega.

 

El primer estallido

En mayo del 2018, una furia en contra de la violencia de género se tomó las principales calles, universidades y colegios del país, un mar de capuchas moradas y rojas salieron con los senos libres a protestar. Meses después, miles de mujeres se dieron cita para preparar el 8 de marzo de 2019, en donde académicas, madres, abuelas y estudiantas se encontraron en la –hasta entonces– marcha más grande desde el retorno a la democracia. Fueron la antesala de cómo se encendía una mecha que estallaría en octubre, luego de que estudiantas y estudiantes secundarios protestaran contra el alza del pasaje, convocando a evasiones masivas en las estaciones de las distintas líneas del Metro en Santiago, desatando las jornadas de protesta nacional más grandes en los últimos 30 años.

“Tuvimos ese primer impulso”, destaca Sofía Brito. Según la escritora, la base del movimiento feminista y su rol en el marco de la Revuelta de Octubre está en la lucha del feminismo en contra del sistema neoliberal. “La masividad del feminismo ha logrado interpelar al neoliberalismo en una forma ampliada a cómo se reproduce la vida misma (…). Y este 8 de marzo es un rugido contra la violencia y terrorismo de Estado y la violencia político-sexual que ha ejercido durante años”, agrega.

Línea con la que coincide la abogada feminista Daniela López, quien señala que “el movimiento feminista venía anunciando hace un par de años esta crisis social”, debido a la mercantilización y precarización de la “vida cotidiana, la salud, la vivienda, la vejez, la educación, el agua. Si no tienes cómo pagar, no puedes acceder al mercado de los servicios públicos”.

A juicio de la directora de Nodo XXI, es en esa área vital de la vida en donde “se ubica socialmente a las mujeres, a las cuales se les asigna el trabajo reproductivo (doméstico y de cuidados) no remunerado como una atributo ‘natural’ femenino”. A esto, de acuerdo a López, se suma la división sexual del trabajo y la baja valoración de los trabajos “feminizados”

“Eso cruje hoy: la mayoritaria precarización y endeudamiento versus la extrema riqueza. Esa brutal desigualdad que se agudiza en las mujeres es lo que se impugna en la revuelta del 18 de octubre, donde las mujeres son protagonistas en contra del statu quo”, agrega la abogada.

Paola Palacios, vocera de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, resalta que “el feminismo tiene todo que ver con el despertar de conciencia colectivo que tuvo el país desde octubre, pero, antes de eso, las mujeres y disidencias hemos estado históricamente en confrontación con el sistema. De hecho, cabe recordar que quienes iniciaron la revuelta fueron mujeres secundarias que saltaron el torniquete”. Y agrega que las feministas “nunca hemos dejado de lado la lucha contra el sistema capitalista-neoliberal que precariza nuestras existencias, y la causa primaria y base del estallido social es precisamente esa precarización de la vida en todos los sectores sociales”.

La vocera de la Coordinadora 8M subraya que “estamos en un momento histórico de la historia latinoamericana, estamos cambiando el rumbo y soltando nuestras cadenas”, por esta razón la Huelga General Feminista del 8M y 9M se caracteriza como Antirracista,Transfeminista, Lesbofeminista, Disidente , Plurinacional, Intergeneracional, Inclusiva, Anticarcelaria, Internacionalista, Antipatriarcal, Anticapitalista, Antiimperialista, Decolonial y “la particularidad de este año salta a la vista con la revuelta popular que estamos viviendo desde octubre pasado”.

En perspectiva feminista

Todas las activistas y teóricas consultadas coinciden en que el movimiento feminista está en una etapa de crecimiento y consolidación en nuestro país, el cual está marcado por el impulso hacia el feminismo interseccional y la disputa por el momento constituyente, más allá de lo definido el 15 de noviembre en el “Acuerdo por una Nueva Constitución”.

Reconocen que el proceso chileno es observado a nivel internacional y que la disputa feminista en América Latina se da de manera colectiva. Antonia Orellana destaca que “el feminismo latinoamericano tiene nexos profundos que se consolidan desde el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1981. Desde el «Ni una menos» del 2015, además, se desarrolla una dinámica latinoamericana en que, sin que haya necesariamente una planificación, las luchas de cada país repercuten muy rápidamente en las feministas de otros países. Pienso en ‘Ni una menos’, la marea verde, Marielle Franco, y desde Chile, por ejemplo, recibimos mucha solidaridad desde octubre en adelante. El anuncio del envío de un proyecto de aborto por Alberto Fernández en Argentina es también un hecho latinoamericano”.

Una potencialidad que se vio con la performance de Las Tesis y “Un violador en tu camino”, una canción que, en el marco de la Revuelta de Octubre y ante los hechos de violación de los Derechos Humanos por parte de agentes del Estado, denunciados por organismos internacionales y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), instaló el rol del feminismo en medio del estallido, hasta para algunos “dio un segundo aire al movimiento” desatado desde octubre. Marcando el encuentro entre mujeres de todas las generaciones y que se replicó en diversos países a nivel mundial.

Respecto a las perspectivas del movimiento, Orellana hace hincapié en que “no existe un movimiento feminista unificado y, por lo tanto, quien pretenda dictar desde un espacio cuáles son las prioridades, lo hace en vano. Lo que sí creo debiera ser prioridad, es recuperar la consigna de unidad en la diferencia, buscando los puntos de acuerdo para avanzar en las necesidades urgentes de las mujeres más allá de los matices de organizaciones que, pese al auge, continúan siendo pequeñas en relación con la cantidad de mujeres que se sienten convocadas por el feminismo”.

Partiendo desde esta diversidad, en el feminismo actualmente se encuentra la discusión por la disputa o no del proceso constituyente. Sofía Brito es una de las autoras del libro Por una Constitución Feminista y hace la distinción entre las feministas que disputan la institucionalidad y aquellas que abogan por la autonomía del movimiento, asegura que “considerando los estrechos márgenes que tiene el acuerdo del 15 de noviembre, es efectivo que las feministas vamos a tener posiciones diversas (…). Ambas posturas son importantes, tanto mantener la autonomía de un movimiento social que puja o condiciona para que se puedan dar cambios institucionales, así como que haya compañeras”.

La directora de Nodo XXI, Daniela López, puntualiza que “sin duda se busca incidir en el proceso constituyente (…). La posibilidad de que nosotras rompamos con ese pacto sexual y que efectivamente abramos un proceso de transformaciones se juega ahora, y en ese ‘ahora’ entra en debate la posibilidad de tener un poder constituyente feminista, dispuesto a pelear no solo la conformación paritaria sino el contenido constituyente”.

Paola Palacio asegura que “buscamos que se redacte una nueva Constitución en clave feminista, plurinacional, antirracista, que esté al servicio de la mejoría de la sociedad y no en amparo de unos pocos. El llamado es a salir a votar Apruebo y Convención Constituyente, a ejercer el legítimo derecho al voto, también peleado y defendido por una generación anterior de valientes mujeres”.

Texto original aquí: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2020/03/06/el-movimiento-feminista-el-eje-central-de-resistencia-al-sistema-politico-que-precipito-la-revuelta-de-octubre-y-que-pone-en-jaque-al-gobierno/